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SANTIDAD: UN INVITADO EXTRAÑO



“SANTIDAD AL SEÑOR” ÉXODO 28:36


El Invitado Extraño

En la actualidad parece algo raro hablar de santidad en las iglesias, mencionar las palabras pecado, abominación, sagrado, santo ya no parece ser lenguaje eclesiástico, sino anticuado para muchos y ofensivo para otros. La santidad ha pasado de moda en las iglesias y ha sido sustituida en muchos por entretenimiento, auto-complacencia y vanagloria.


Lo Santo se ha convertido en un invitado extraño de nuestras reuniones dominicales. Las cosas parecen haberse invertido, hoy parece que los no creyentes esperan que la iglesia sea la Iglesia de Cristo: Santa y sin mancha. Muchos llamados cristianos están en las filas de los que desprecian la idea de vivir una vida que procure y demande pureza en los más mínimos detalles, lo consideran radical, exagerado y poco amoroso, buscan la flexibilidad para evitar “controversias sin sentido” y otros simplemente entienden que no hay que llegar a “ser tan santo” para vivir la vida cristiana.


Ésta idea contradice a las Escrituras, porque precisamente la iglesia se trata de esa palabra olvidada llamada santidad, el apóstol Pablo, hablando de la relación de Cristo y Su Iglesia en Efesios 5:26-27, nos dice que el propósito de Cristo salvarla es “santificarla y purificarla...presentársela a sí mismo, una Iglesia gloriosa...santa y sin mancha”.


Pero, en la Iglesia de hoy ese pensamiento antibíblico de la mal llamada “tolerancia”, arropa la mente de muchos “creyentes”, la natural inclinación de éstas personas busca participación y activismo, antes que una relación con Dios, el Dueño de la Iglesia, para estos la Iglesia es un “lugar” donde podemos demostrar y aplicar nuestros dotes artísticos y la satisfacción de nuestros deseos debe ser lo primero, se piensa en “ser parte de algo”  en las cosas de Dios y no ser alguien para y de Dios, no estoy hablando de la comunidad más joven, pues he encontrado éste pensamiento en muchos padres que desean ver a sus hijos involucrados en la iglesia para que “hagan algo” en vez de invertir tiempo evangelizándolos y discipulándolos.


Dentro ésta perspectiva errónea de lo que es la Iglesia, se ha llegado a marginar a los hermanos que buscan la santidad, en un sobre-énfasis del amor que no tiene fundamento, se argumenta implícitamente que los ministerios y talentos de las personas tienen más valor que su vida de santidad, se valora el carisma, las habilidades, el dinero, el afecto y hasta la popularidad de la persona antes que su carácter piadoso y amor por el Señor, éstas y otras actitudes sientan la base para afirmar que las iglesias de hoy carecen de un conocimiento claro acerca de la persona de Dios y el propósito de Su obra a través de la Iglesia.


Esto viene como consecuencia de una desnutrición bíblica que sufrimos, lo cual no nos permite conocer con claridad y precisión el carácter Santo de nuestro Dios, pasajes tales como: “Sin Santidad nadie verá al Señor” Hebreos 12:14, “Santidad al SEÑOR” Éxodo 28:36 y  “Sed santos porque Yo Soy Santo” Lev. 20:26, 1 Pedro 1:16,  ocupan un puesto muy bajo en la lista de versículos favoritos de muchos que se llaman ser creyentes, y han sido relegados para uso especifico en en campamentos juveniles y conferencias anuales, en donde se habla de una vida moralmente santa, pero sin que ésta halle su fundamento en la verdad transformadora del evangelio.


La Santidad ha sido omitida incluso de la mayoría de nuestras canciones, se habla muy poco del pecado en nuestra liturgia y de la naturaleza inmaculada de nuestro Señor, lo Santo de Su carácter (no la palabra santo), lo  que lo separa de todo lo que Él ha hecho, pues no hay otro como Él y ésta afirmación inicia en reconocer su Santidad. La iglesia de hoy canta que Cristo ha venido a ser el que sana nuestra depresión y dolor (algo así como un psicólogo y médico cósmico) mas que el Salvador de nuestras almas, parece que es muy difícil y pesado hablar de Su gran obra en la Cruz para limpiar nuestros pecados y hacernos aceptos delante de Dios, es más, la muerte de Cristo en la Cruz para muchos es interpretada por lo especiales que somos los seres humanos que por la necesidad de un Sacrificio en pago por la perversidad de nuestros pecados y la Gloria del Dios tres veces Santo.


Ante esta triste realidad debemos recordarnos éstas palabras como Iglesia de Cristo: El Pecado no es una enfermedad en sí mismo, es una condición de rebelión contra la persona de Dios, Su Santidad y Su Gloria.


Cuando una persona desprecia las inclinaciones hacia lo santo es porque se deleita en el pecado, no porque esté siendo tolerante o está lleno de piedad, está siendo realmente un impío y está despreciando la Justicia del Dios Santo, no quiere escuchar que delante de Él (que es muy limpio de ojos para ver el pecado) todos somos hallados culpables.  Un evangelio que es todo amor y nada sobre la Santidad de Dios, no es evangelio, y no contiene nada de amor, porque nadie que ama deja de corregir, nadie que ama miente, y el evangelio es la verdad de que Dios es Santo y nosotros viles pecadores necesitados de justificación y santificación ante la ira del Dios Todopoderoso, necesitamos la propiciación de Dios para conseguir ésto, la cual se halla en Jesucristo, quién pagó el precio de nuestro perdón y nos limpia y viste para presentarnos delante de Dios con plena confianza cuando creemos en Él.

No en vano dice el autor a los Hebreos en el capítulo 10:19-22:


Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne,  y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero , en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. 


Un Dios inmutable

La iglesia de Cristo no debe olvidar que lo que hace a Dios completamente distinto y excelso es Su Santísima Santidad, éste atributo es lo que lo separa de todo, solo Él es Santo en extremo y para acercarnos a Él debemos de ser santos como Él es Santo, es por esto que la obra de la cruz es tan esencial en nuestra fe ¡Piénsalo! si no fuera por Jesús no habría forma en que nos pudiéramos acercar a Dios, pero ¡en Cristo somos santificados, justificados, adoptados...cuando nuestro destino era ser condenados! ¿Cómo somos capaces de pensar que Dios, quién no se tomó mi pecado a la ligera al mandar a Cristo a morir en la cruz, no espera que yo viva una vida que le agrade a Él? ¿Cómo podemos pensar que de alguna forma Él ha bajado el estándar, cuando la Biblia es clara al decirnos que Dios no cambia? (Mal. 3:6) El mismo Dios que aprobó y demandó la muerte por desobediencia en el Antiguo Testamento es el mismo Dios que condenó nuestros pecados en la cruz del calvario, es el mismo Dios que castigó a Ananías y Safira por mentir en el libro de los Hechos y es el mismo Dios que juzga al mundo en Apocalipsis, nuestro Dios sigue siendo Santo, sigue siendo fuego consumidor y los que hemos creído podemos acercarnos a Él por medio de Cristo confiadamente, pero debemos acercarnos a Él reverentemente y conscientes de Su Carácter.

Una Gracia Escandalosa

Seguro te preguntarás : ¨¿Dónde queda la gracia y la misericordia?¨ Puedo decirte dos cosas:


1-Pablo en Romanos 6:1 nos dice que “en ninguna manera” debemos aceptar el pecado como una manera de evidenciar la gracia.


2-Bajo la perspectiva de la Santidad de Dios, la gracia cobra un valor mucho más grande que el que le podemos dar si solo vemos a Dios como un Dios de amor irracional, incapaz de condenar el pecado, la gracia en un caso como ese sería innecesaria y sin sentido, minimizaría la justicia de Dios, haciéndolo un ser contradictorio, y la obra de la cruz no tendría ningún valor, ya que Dios no tendría siquiera razones para condenar el pecado o realizar alguna expiación del mismo, éste amor imaginario e irracional excusaría todo lo malo; pero si miramos detrás del lente de la Santidad de Dios lo que significa la gracia y la misericordia, ésta cobra un sentido escandaloso:


El Dios tres veces Santo, que no tendrá por inocente al culpable, que visita la maldad hasta la tercera y cuarta generación, el Dios que condenó al mundo bajo las aguas del diluvio, a Sodoma y Gomorra en fuego, a Egipto, Asiria y Babilonia por su idolatría, ese Dios Santo y Justo AMÓ DE TAL MANERA AL MUNDO que para poder salvarnos y perdonarnos sin pasar por alto Su Justicia, se hizo hombre en la persona de Jesús y murió en tu lugar y en mi lugar, condenando nuestros pecados en una cruz para que ahora por medio de la fe en Cristo   no solamente seamos perdonados, sino que seamos llamados hijos de Dios. Si eso no magnifica la Gracia y te hace postrar en adoración, no sé que más lo haría, es más, esa es la imagen que vemos en Apocalipsis 5:11-14:

”Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz:

El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza. Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir:

Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Y los cuatro seres vivientes decían: Amén. Y los ancianos se postraron y adoraron.”

Estar conscientes de la Santidad de Dios nos lleva a reconocer la grandeza de Su gracia, al mismo tiempo que contemplamos el gran despliegue de amor derramado por nosotros, cuando conocemos ese amor entonces amamos a Dios (1 Juan 4:19) y una vida de amor por Él es una vida que procura la Santidad en todas las áreas para agradarle y darle toda la gloria.

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